Muy lejos quedan ya Filesas,
Barrionuevos, Naseiros y tejemanejes políticos de los que se habló mucho en el
pasado. No tan lejos están las corruptelas del PP de Valencia, pero entre los
salpicados, el que no está contento es porque no quiere o porque está en la
cárcel, aunque creo que pocas veces se
ha dado esta situación. El caso Malaya y Cachuli en Marbella centraron la atención
del pueblo llano una buena temporadita, pero yo por más que me esfuerzo solo me
viene a la mente la imagen de Camps mirando al cielo y dando gracias. Parecía contento
y era para estarlo, pero mucho más cuando dejaron de hablar de él para hablar
de Fabra, sus loterías y su aeropuerto. Si es que el que no se consuela es
porque no quiere.
Ciertos personajes de
entonces también debieron acabar
contentos porque dejo de hablarse concretamente de ellos. Apareció el caso
Gurtel y se empezó a hablar más de otros como Correa o El Bigotes, que
acapararon el protagonismo otra temporada. Pequeño descanso mediático tuvieron también
cuando salió Bárcenas a escena, aunque creo que alguno de estos sí que está en
la cárcel, pero tiene que ser un alivio que no se ceben con uno en los medios y
busquen a otro. Lo mismo le pasaría a
Bárcenas, que a pesar de estar en la cárcel, se empezó a poner de moda hablar
de un tío que en el pasado jugaba a balonmano y se casó con la hija de otro
listo. Contento esté listo a su vez porque se empezó a hablar del yerno y no de
sus cacerías africanas de elefantes.
Más contentos se pondrían
todos los anteriores, cuando se destapo el caso de los ERE en Andalucía. Pero
hubo algunos que no les duró mucho la alegría, se volvieron a acordar de
Bárcenas, siguieron escarbando y aparecieron personajes nuevos de que hablar.
Aquí el único que debe estar contento es Bárcenas, que pensó que para lo que le
queda en el convento me cago dentro, a pesar de estar en la cárcel claro. Es
una forma extraña de estar contento (golpéame la cabeza para que no me duela el
brazo), pero como ya he dicho, el que no se consuela es porque no quiere.
Estuvieron todos otra
temporadita consolándose con aquello de “y tú más”, pero no tardo mucho en llegar otro
“petardazo” político. De poco servía la excusa de decirse unos a otros “y tu
más” porque en esta ocasión estaban todos pringados sin excepciones. A resultas
del descubrimiento de unas tarjetas que una caja de ahorros repartía entre sus
consejeros (políticos, sindicalistas y representantes de empresarios) y que
hacían uso para vivir como “Salvajes a todo ritmo” porque los pobrecitos no
tenían bastante con sus sueldos millonarios. Joyas, alcohol, viajes, masajes,
etc. Una vidorra de lujo oculta a hacienda y que encima pagaba una Caja de
ahorros en quiebra que se rescató con dinero público.
Personajes públicos
ejemplares y que en ocasiones daban lecciones de moral y obligaban a los trabajadores a apretarse el
cinturón diciendo que la cosa estaba mal. A ellos sí que se les puso mal, pero
algunos acabaron medio contentos dentro
de lo que cabe, porque justo por esas fechas se produjo la primera infección de
Ebola en España. Dada la importancia de la infección, los protagonistas del “tarjetazo”
perdieron un pelín de audiencia, compitiendo con un catalán y sus hijos, que
por lo visto estaban amasando dinero de manera ilícita. El que no se consuela
es porque no quiere.
La última y casi seguidita
ha sido la que llaman Operación Púnica, que ha conseguido que se deje de hablar
con tanta insistencia de Pujol, Blesa y sus secuaces. Aun está fresco el tema
de las tarjetas, pero ya no es el machaque constante de los primeros días, un
motivo para el consuelo sin duda. El que el que no se consuela es porque no
quiere.
A partir de este punto todo
consuelo es relativo. La manzana esta tan tremendamente podrida que cada uno puede elegir varias
maneras de consolarse. El consuelo de unos es la indignación de otros, según el
canal en que veas un telediario o debate, el periódico que leas o la radio que
escuches.
Personalmente, o sea yo, estoy
indignado porque la gran mayoría de estas mierdas (con perdón), se podrían haber
evitado en septiembre de 2002. No hablo de revueltas, golpes de estado ni cosas
por el estilo, me refiero a una macro redada en el convite de la boda de la
hija de Aznar, la mayoría de protagonistas de esta historia asistieron. Puede
que así se hubiera cortado por lo sano y muchos ciudadanos no estarían sufriendo
penurias, desahucios y cosas peores que han provocado todas estas corruptelas.
Por otra parte, me consuelo porque toda esta corrupción sistémica a favorecido
la aparición de programas de noticias y debates políticos larguísimos al más
puro estilo Sálvame Deluxe, donde políticos, periodistas y correveidile discuten con la energía propia del legendario
plató de Tómbola. Claro está que sería mejor estar de ocio con la familia, pero
hoy en día todo cuesta dinero y por culpa de todos estos solo me llega para
pagar la luz y poco más. Ver la tele es casi un lujo para mi, el que no se
consuela es porque no quiere.
Siempre habrá quien no
encuentre consuelo o lo tenga más difícil. Por más que lo intento no consigo
imaginar donde encontraran consuelo el Artur Mas y sus amigos soberanistas.
Parece que ya no interesa mucho a nivel nacional la brasa de la independencia
de Cataluña y mira que esta vez estaban amenazando con referéndum y todo.
Bueno, supongo que habrá algún canal de televisión o medio parecido que les
consuele de vez en cuando.
Si es que nunca llueve a
gusto de todos, pero el que no se consuela es porque no quiere.
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