Recuerdo mi cinéfila
infancia como si fuese ayer. Empezando por el cine del pueblo con butacas de
madera y en el que solo se podían ver películas de pistoleros, mosqueteros,
piratas y alguna que otra pelea de romanos o karatecas. Solo había cine los domingos
y estabas “obligado” a ir a misa por la mañana si querías ver la película, para después simular jugando
con los amigos, la misma película una y otra vez donde el más grandote de los
amigos, siempre hacia de protagonista. Si, has acertado, soy bastante mayor.
Nos cerraron el cine en el
pueblo y empezamos a ir a los que había en los pueblos de al lado. Se pusieron
de moda películas de otros estilos y que ya incorporaban efectos especiales,
cutres, pero para la edad que tenía entonces, parecían alucinantes. Me refiero
a aquellas películas japonesas donde monstruos gigantes arrasaban Japón y
luchaban entre ellos. Puede que existieran otros géneros de cine, pero yo me
refiero a lo que podía ver en las salas que iba. También puede ser que solo
fueran las tendencias de esas salas en concreto y lo único que yo podía, o me
dejaban disfrutar. Poco a poco esto cambio y antes de cumplir los 17 años ya
pude ver películas que en aquella época ya eran espectaculares visualmente,
como el estreno del primer Supermán y aquellas pelis de terror bueno, comparado
con las de blanco y negro de años antes donde convivían en un castillo todos
los monstruos inventados. Por aquel entonces el cine ya era más variado,
empezaban a proliferar las salas de cine e incluso se adaptaban antiguos
teatros para proyectar cine.
En los años 80, irrumpe un género
de cine que no deja indiferente a nadie dentro de unos márgenes de edad, me
refiero al género de tetas y culos.
Esto último me lleva a una
reflexión. Basándome en lo que ha sido el cine para mi desde pequeño, me
pregunto si es cierto lo que oigo muchas veces sobre lo de que el cine español
no es bueno. Pues depende, hay gustos para todo y creo que antes de decir que
no es bueno, deberíamos preguntarnos ¿comparado con que otro cine?
La mayoría de gente suele
sentirse atraída por las grandes superproducciones americanas y si solo se
acerca uno al cine para ver alguna de estas películas, pues es bastante difícil
que pueda sentir lo mismo con una película española, ya no te digo si es
francesa o alemana, que también tienen su miga. Últimamente, son las películas
españolas las que baten records de audiencia y no llevan grandes efectos
especiales que digamos. Lejos de lo que es explotar algún coche o similar, poco
mas, incluso algunas ni eso. Es un efecto reciproco, el espectador es
inteligente y el guion de la película muy bien elaborado, al final una cosa
lleva a la otra. Si bien hubo un tiempo en que en este país se abusó, poco después
de las tetas y culos, hubo un cine español sobrecargado de cuernos,
homosexuales, sexo desproporcionado y drogas por doquier, con Pedro Almodóvar
como maestro ceremonias; no podemos pasar por alto algunas películas muy buenas
incluso de este director. Todo, incluso Esteso y Pajares, creo que es el motivo
de que en la actualidad haya películas españolas como las más taquilleras. Al
fin y al cabo, un buen guion no necesita explosiones ni efectos especiales
llamativos, solo una historia que contar. Al revés no es lo mismo y lo explico.
Hay grandes producciones
americanas, con unos efectos especiales que te cagas y que los guionistas son
más malos que los concursantes de Gran Hermano, sin embargo han tenido éxitos
de taquilla escalofriantes. Estas películas pecan de repetirse siempre en las
mismas sandeces. Parece obligado que haya algún momento de la película en la
que tiene que aparecer la bandera americana o el himno nacional americano.
Puede que sean muy patriotas, lo cual no deja de ser una paradoja pues la
mayoría son hijos, nietos, biznietos… de ingleses, irlandeses, italianos y
muchas más internacionalidades. Que no critico que sean patriotas, sino que me
sorprende con que ganas lo son. Después de la patria están los guiones, algunos
tan simples como un botijo y que muchas veces encubren problemas sociales
delicados, difíciles de distinguir a simple vista a no ser que estés chalado
como yo, pero que en realidad son el corazón de la historia. Y lo que más rabia
me daba a mí, estas emociones que a la mayoría de espectadores presentes en la
sala les importan nada, provocan un aplauso solo con que alguien de una palmada
imprevista. Me refiero a cosas como el discurso del presidente en Independence
Day cuando esta con la coalición de aviones de todo el mundo y solo se ven dos
banderas, una iraquí y una de Israel. A lo mejor la definición no es “absurdo”,
pero a mí personalmente me lo parece. Pero ahora intenta superar los efectos de
las naves atacando y las explosiones, creo ya me vas entendiendo.
Así es el espectador, capaz
de verse atrapado en una película donde un monstruo con forma mitad tiburón y
mitad cocodrilo—Sharkodrilo-- desata el pánico en alguna playa donde se celebra
una convención por un alcalde prepotente, mientras piensa en lo absurdo de la
historia que le están contando.
O más sofisticado, la formación
de un volcán en medio de una ciudad, con unos efectos espectaculares pero que
si te fijas bien, tiene mensaje encubierto. Policía separado con hija
descontenta paternalmente y a la que tiene que controlar, mientras la lava
llega a barrios de mayoría afroamericana y el policía que tiene que enviar los
bomberos es un cabeza rapada con pinta de racista. Esto ocurre en Volcano, una película
americana, muy absurda también. Y si no, una glaciación mundial, donde un padre
se dirige andando por la nieve desde el quinto pino a buscar a su hijo
adolescente con novia, atrapado en el mismísimo centro de Nueva York. Lo más
curioso es que lo encuentra, eso ocurre en El día de mañana. Hace poco vi esa
del Ojo de la tormenta y te juro que por momentos llegue a sujetarme fuerte al
sillón para no salir volando, pero que curioso que pasando por mil tornados, el
padre también encuentre a su hijo adolescente con chica, enterrado y segundos
antes de que se ahoguen. Qué pequeño es el mundo para tantos tornados.
También podría nombrar las
innumerables películas americanas en las que un grupo de adolescentes
desbocados son asesinados uno a uno por un monstruo, criatura invocada o feo
descerebrado armado con moto sierra. Y qué me dices de los “remakes”, donde la
primera versión es de los años 70 y en la actual, aunque la historia es la
misma, llevan teléfonos móviles y existe internet. ¿Qué interés puede tener
algo así? Quizás los contactos que tiene en su móvil porque si has visto la
original, ya sabes lo que va a pasar.
Lo que quiero decir es que
en el cine americano también hay mucha chapuza y despropósito, pero la etiqueta
de cine cutre se la lleva el cine español, incluso así le pareció al ministro
Wert, cuando hablo del tema recortes culturales en el congreso. Seguramente será
de esas personas que va al cine a ver
Boa vs Pitón, no lo culpo, reconozco que hay efectos creados por medios informáticos
muy cautivadores.
Por suerte todo esto ya está
cambiando, muy buenas historias están triunfando con poco presupuesto y sin la
ayuda de nuestro ministro.
Ahora cierren los ojos e
intenten imaginar a un tipo trajeado con bigote encerrado en una cabina de teléfono
de color rojo. Carga la cabina con el tío dentro en un camioncito y llévatelo.
De repente aparece una nave espacial con sonidos sublimes, luces hipnóticas y
cañones de plasma, que mediante unos rayos de energía va absorbiendo una
cantidad indecente de vehículos de lujo que persiguen al camión con la cabina y
el bigotudo dentro, provocando accidentes y salidas de la carretera
espectaculares, estrellándose de todas las formas inimaginables provocando
explosiones que sumadas a los cañones de plasma, producen un efecto visual que
unido al sonido Dolby Surround te mantiene atado a la silla esperando el
desenlace final.
No ¿verdad?
Pues eso.
Foto—Cartel publicitario de
peli cutre—Google.