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jueves, 24 de marzo de 2016

COMENZO ALGUN DIA



Casi ya no recuerdo aquellos tiempos en que podías viajar en tren y la gente hablaba, leía libros o hacia sudokus y sopas de letras. No creo que sea un problema de memoria porque no hace tanto tiempo de eso, unos pocos años. En un viaje a Bilbao en tren, podías llegar a conocer gente diversa, algunos tocaban la guitarra, o leían y comentaban contigo sus autores preferidos o simplemente charlabas de la vida y la experiencia de vivirla. En un viaje corto de metro o cercanías, reías las gracias del nene que tenias sentado enfrente, le hacías carantoñas, aguantabas a la señora que se sentaba a tu lado y te contaba cansinamente la grave enfermedad de la señora que iba a visitar al hospital, siempre con el respeto que merecía cada situación, el murmullo de los viajeros te obligaba a hablar más alto para entenderte con alguien y cuando notabas que disminuía  casi hasta el silencio, sabias que debías sacar el billete porque se acercaba el Interventor.
Todo esto lo pensaba hace unos días cuando viajaba de pie en un vagón de metro abarrotado, mientras miraba a mí alrededor. Mi psicoanalista me recomendó que no pensara tanto, pero es que aun no he acertado con ningún método, siempre intento buscar la lógica de las cosas y lo único que consigo es cabrearme por la absurdez humana a la que nos ha empujado el mismo sistema y de la que intento salir porque yo también estuve infectado. No soy un antisistema, soy un desconfiado inconformista que siempre busca respuestas argumentadas, antes de dar por hecho las cosas que no me cuadran. No obstante, soy consciente que el principal problema lo crea la necesidad de la sociedad y que generalmente nos vemos empujados a ciertas cosas por obligación social, para evitar ser excluido, un inadaptado o simplemente ser un bicho raro para aquellos que su nivel cultural no alcanza para  una definición más respetuosa. Esta especie de ser humano, últimamente se reproduce a una velocidad vertiginosa.
Los humanos, sin distinción de razas, sexo, religión o lo que sea, en salas de espera, viajes en tren y cosas por el estilo, pasabamos el rato leyendo,  haciendo sudokus y crucigramas y lo que nos molestaba era que viniera algún pesado a desconcentrarnos. Luego pasamos a ponernos auriculares y usar mp3, muchas veces porque evitaba que esa minoría de pesados y brasas nos molestaran, si no era el caso, nos quitábamos un auricular y respondíamos o simplemente gritábamos para hablar porque con los auriculares y la música alta,  daba la sensación de que no te oías.
Después llegó la telefonía móvil. Un gran invento, aunque dudo que al principio nadie fuera capaz de vaticinar que marcaria un antes y un después de nuestra existencia en el planeta. Ahora alguno pensará que me estoy olvidando de internet, que en ese momento ya existía, de acuerdo, pero debe quedar claro que en ese momento la existencia de internet aun no era un bien de primera necesidad. Me refiero a ese momento en que sonaba una especie de ladrillo gigante que llevabas enganchado en el cinturón, con una de las seis melodías que tenía el teléfono-ladrillo que te habían regalado por un corte de pelo. Que decir  si sonaba cuando estabas rodeado de gente y contestabas a voces explicando el lugar exacto donde te encontrabas, con un volumen de voz que en algunos casos no hubiera sido necesario ni pagar la llamada, puesto que se te podía oír desde muy lejos.
Cada vez era más normal tener un teléfono móvil, mas barato realizar llamadas y más molón llevar uno modelo más pequeño. Si a eso le sumamos la posibilidad de enviar SMS, ya fue el no va más.  
Ahora ya vamos a empezar a olvidarnos de sopas de letras y crucigramas, teníamos conversaciones absurdas, ligoteos y SMS comiéndonos las vocales al escribir, lo que como mínimo ya creaba una barrera para aquella mujer que te iba a contar lo mala que estaba su amiga ingresada. Esa es la parte buena si se quiere ver así, la mala es que pronto la mayoría empezamos a necesitar gafas, por lo menos para coser.  
En ese momento aun había sitios que te pedían el teléfono y no admitían numero de móvil porque llamarte aun era caro, aunque llamar tu ya empezaba a ser barato.
Llegaban SMS raros, cruces de llamadas, perdiste a la novia o encontraste novio gracias al móvil y sus ventajas. Poco a poco se fueron incorporando casados a la moda y no solo tenían el móvil de empresa, también el suyo particular. Empezaron a divorciarse, ellos y ellas, menudo mundo nuevo para explorar, acabo de conocer un tío de Salamanca que me ha llamado por error y este fin de semana he quedado. Luego era un “krako” pero da igual, ya estábamos atrapados por las emociones fuertes sin necesidad de tirarnos en paracaídas.
Un día ya no hizo falta que te llevaras el mp3, enchufabas los auriculares al teléfono y estaba la música. Pudiste hacer fotos, videos y pasárselas al colega o follamig@ vía bluetooth.
Después llego internet al móvil, bestial, ya no hace falta bluetooth, te lo mando por email y además, te mando enlace y con el navegador del móvil, entras en la web para consultar.
A estas alturas ya quedaban cuatro en cada vagón de metro con una amena conversación en persona o leyendo, el resto ya iban a lo suyo. Claro, con tantas ventajas, un telefonito tan pequeño es un incordio. Pues venga, vamos a empezar a aumentar el tamaño de pantalla. Pero, la tarifa de datos para el móvil es cara y me los pulo enseguida viendo fotos de tetas en internet. Nada, bajamos el precio y si te pasas te sableo. Mejor, te lo regalo con las llamadas, así puedes utilizar las redes sociales sin problema
--¿Redes sociales, eso que es?
-- ¿No tienes facebook aun? ¡Qué pringao! Una cosa donde el más analfabeto se puede crear una cuenta y puedes dar pena o envidia, según el momento, a todos los amigos que tengas
-- ¿…?
--Claro tonto, tú pones fotos que no interesan a nadie, las comentas o actualizas tu estado contado como estas, aunque no le importe a nadie. Luego a la gente le gusta o le gusta, bueno, también tendrás agregados como amigos en la cuenta, algunos raritos que nunca dicen nada de tu estado o fotos.
-- Solo tengo unos pocos amigos y no tienen ordenador ni móvil.
--No hombre, son amigos del facebook, te envían solicitud de amistad y tú la aceptas.
En mi opinión, este es el momento en que se pierden los papeles. El sistema ya ha conseguido que tengas una necesidad. Para los que se resisten, les obligan a realizar todo tipo de gestiones administrativas o similar desde internet, vendiendo la moto de que es mucho mas cómodo y comprándola tu cuando compruebas de que si, es más cómodo. Ya no te puedes escapar, solo hay que marear con tarifas, celulares de última generación, incorporar a Apple al mercado del móvil y a lavar cerebros difíciles. Los tontos ya los tienen atrapados en el facebook, con fotos de pies y compartiendo absurdeces, esperando poder llegar a los 25 “Me gusta”.
Después llegaron el resto, Line, twiter, instagram, whatsapp, etc., etc., etc.
Qué triste aquella imagen que vi aquel día en el metro. Todos mirando su teléfono móvil, algunos enseñándolo a la persona que tiene sentada al lado y esta enseñándole el suyo. Un niño con pañales toqueteando los muñequitos del whatsapp, mientras su madre aguanta el teléfono. Chicas, chicos, de todas las edades y mientras yo pensaba –mírales, un día yo fui como ellos, gracias a Dios ahora solo forma parte del pasado—
Créanme, se puede salir de la tontería, no es fácil. Incluso yo sacaba mi teléfono para mirar la hora y era lo único que no miraba. No lo critico, bien utilizado puede ser otro entretenimiento mas como lo eran los sudokus. La versatilidad de estos aparato, permite incluso hacer sudokus con ellos, pero con la globalización y perdida de privacidad que suponen estas cosas, la tontería se está apoderando de todos. Me da vergüenza reconocer que hubo un día que yo también lo hice, lo de la retahíla de fotos de las vacaciones o de la paella del fin de semana, pero por fin he abierto los ojos y he visto la realidad, no la ficción provocada por las redes sociales.
Observen a su alrededor, esto ya no es una moda, creo que es un problema y como cualquier toxicómano, no encontraran a muchos que lo reconozcan.
Yo he salido, desinstale todas esas cosas del Smartphone y aunque no borre todas las cuentas que un día tuve, ahora me siento más libre. Ya comienzo a hablar de persona a persona y ahora sí que me cabreo de verdad cuando hablo con amigos tomando una caña  y alguno no me contesta.
Un consejo, deberíamos tener cuidado con nuestros hijos, no creo que sea bueno para su futuro que siempre nos vean con el móvil o que les enseñemos nuestras tonterías del móvil. Es un consejo para los que aun estén a tiempo, para otros ya será tarde.
Para todos nosotros, hubo un día en que esto comenzó. El teléfono móvil es una buena herramienta, incluso para todas estas cosas de las redes, pero si se pierde el control puede ser un problema, generalmente un problema mental. Los que han conseguido mantenerse al margen o los que han salido, mi más sincera enhorabuena. Para el resto, suerte, hay una vida más allá de tu teléfono o tablet, ojala la encuentres y seas feliz.

PD. —Roberto Carlos cantaba aquello de que quería tener un millón de amigos y así mas fuerte poder cantar, pues no tiene más que abrirse una cuenta en facebook. Un millón o más si se esfuerza en su foto de perfil.