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domingo, 12 de abril de 2015

LETARGO



Estoy sufriendo un letargo  en mis pensamientos sin precedentes. No solo los pensamientos  utópicos, a los que intento aferrarme cuando me veo sin fuerzas para continuar adelante. Una somnolencia tan prolongada, que me está debilitando hasta el punto de creer que nada vale la pena. Vacio, con una pelotita dentro del pecho que golpea en los bordes con cualquier movimiento brusco. Un vacio que antes rellenaba con mis cosas, mis paridas, alguna que otra ilusión y como no, de una utopía cien por cien personal. Si bien me compensa averiguar que alguien se da cuenta del parón, no consigo arrancar una marcha normal de la ironía que me caracteriza, que básicamente es la gasolina para el motor de mis ensayos  utópicos.
Tengo varios ensayos a medias. Una novela cutre, pero una novela al fin y al cabo,  parada algunos capítulos antes del desenlace, que por cierto ya lo tengo escrito; aunque sea en manuscrito. Por lo menos tres entregas de “COMO MOLA MI TRABAJO” incluida una sobre las unidades 3900, empezadas, paralizadas y sin ilusión por acabarlas.
¿Qué está pasando? Me lo pregunto cada día y la respuesta siempre es la misma. Es lo que ya ha pasado otras veces, me respondo intentando convencerme de que solo es pasajero. O me busco alguna excusa como por ejemplo, que sufro un letargo sacramental debido a la inminente primera comunión de mi hija y a la cual me opongo por diversas razones que ya expliqué en algún momento. Quizás busque el lamento y compasión incondicional de otros, pero también lo descarto porque se de sobra la gente que me aprecia y no necesitan compadecerse de mí; aunque pocos, los tengo cuando los necesito.
La clave está en el pensamiento, tanto pensar no siempre es bueno. Te pones a darle vueltas a todo, cruzas las cosas y acabas provocando cortocircuitos, luego estás con los plomos quemados una temporada.
Llega un día, como cualquier otro día, y oyes algo que a priori parece insignificante, incluso es una reacción o respuesta a algo que tú dices sin intención concreta. Entonces  empieza una reacción en cadena dentro de tu cerebro. Pensar, pensar, pensar, una cosa te lleva a la otra, una ficha tumba la que tiene a su lado, está a la siguiente y un simple golpecito en la primera, hace caer todas las fichas. Ahora toca volver a colocarlas todas, bien ordenaditas, incluso mejor si se puede. Es necesario un final para que tener un nuevo comienzo.
Sin duda, se puede ser infeliz teniendo todo lo que otros desearían, solo es necesario que alguien te lo recuerde en el momento oportuno y en el sitio adecuado. Luego, tu solo tienes que pensar, pensar, pensar y pensar, para acabar descubriendo que es cierto. Pero eso tiene fácil solución, la felicidad perfecta es la que cada individuo necesita y no tiene que coincidir con la de otros, esa es la felicidad de los necios y para eso, prefiero ser un infeliz.
Debería salir más, también me lo estoy pensando…

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