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sábado, 29 de marzo de 2014

EL PLAN DE PASCUALET Revelación Parte 2



La lluvia era desproporcionadamente intensa e incluso inaudita. No era normal el sonido que producía al golpear la foresta que rodeaba la cueva donde malvivía Pascual Chufes Gordes. Pascualet se acurrucaba en su camastro desaliñado que había tenido que mover hasta el rincón más alejado del exterior. Aun así no podía evitar que las gotas más gordas de lluvia, que formaban una cortina húmeda en la entrada de la cueva, le salpicaran al impactar sobre el suelo fangoso del borde. No podía dejar de tiritar, a pesar de cubrirse con varias cubiertas de mantas sucias y malolientes, alternadas con ropa vieja. Con los ojos cerrados, escuchaba aquel ruido ensordecedor que le recordaba a la máquina de separar grava que había en la cantera del pueblo.  Cantera que también sirvió para fletar algún tren de mercancías en el ferrocarril que trabajo su padre y después él, con triste desenlace final. Un final que únicamente certificaba la  inmerecida y desastrosa vida en la que se vio inmerso, por obligación, en los últimos años. Triste final para una persona honrada y trabajadora. Como le hubiera gustado cambiar ese final, incluso llego a trazar un plan para hacerlo diferente pero no tuvo valor para llevarlo a cabo. Ahora ya no importaba, no podía cambiar nada de lo ocurrido, todo daba igual.
Desde su amargura, dejo de atormentarse durante un momento y abrió los ojos. La lluvia paró instantáneamente,  desaparecieron todos los chorros y gotas de agua que tenia frente a él. Una niebla aterradora empezó a cubrirlo todo. Extrañado, retiro las andrajosas cubiertas que le protegían del frio, invadido por una sensación de calor  intenso. Se levantó y se acercó al borde de la cueva sorprendido. No podía ver nada, solo un minúsculo hueco en el cielo donde una intensa luz,  parecía esforzarse en debilitar la espesa niebla. Se quedo mirando atónito, consciente de lo extraño de aquel fenómeno solar en mitad de la fría madrugada. Durante unos pocos segundos sintió una leve brisa que no afecto a la niebla y que le rozo el rostro proporcionándole un bienestar momentáneo que no había sentido jamás en su vida. Todo quedo en el más absoluto silencio, como si hubiera entrado en una cámara de vacío. De repente, escuchó una dulce voz femenina susurrándole al oído, mientras seguía envuelto en el más absoluto silencio:
-¡Pascualet! Has sido elegido entre los mortales para tener una segunda oportunidad. Si no eres merecedor de ella recuperaras tu amargura y nunca recordaras que tuviste la opción de cambiar el futuro. No tendrás ninguna pista ni ayuda, solo tú alma podrá abrir el destino y variar la dirección espiritual de todo lo que te rodea.
Otro instante de silencio y atravesó el claro del cielo una potente luz divina que le impactó poderosamente en la parte izquierda de su pecho, aunque sin producirle ningún daño.
El alba iba dando paso a la intensa luz solar. Pascualet despertó descansado. Como si hubiera dormido un montón de horas en una confortable y arropada cama. Se acercó hacia el exterior y observo, perplejo, que  todo estaba seco. Como si no hubiera llovido desde hacía meses. Ni señal de humedad en el barranco que protegía su mínima intimidad y le separaba de los gamberros niños del pueblo que se burlaban al verlo. La única explicación con sentido era la de haber tenido un sueño y aquella confusión solo era el recuerdo insignificante de algún dato esquivo del sueño en cuestión.
Poco a poco, mirando a su alrededor, asimilo que esa era la única explicación. Solo la lluvia, porque había algo que no podía relacionar con lo poco que recordaba del sueño. Todo lo que tenía en la cueva, lo único que poseía en la vida, estaba meticulosamente ordenado y aseado. Solo desentonaban unas pocas migas en el suelo y un  pequeño mendrugo de pan sobre una piedra que le servía de mesa.
Al pobre Pascualet ya no le sorprendían estos episodios mentales. Durante años estuvo atrapado por el alcohol. Inmerso en la soledad y el aburrimiento, siempre achacaba cualquier cosa fuera de lo normal, a alguna lesión neuronal producida por su ingesta de alcohol en el pasado. Para él tenía sentido. Salvo algún anciano, la mayor parte del pueblo le trataba como a un loco borracho.
Para Pascual Chufes Gordes, empezaba otro largo día. Sin explicarse muy bien aquel orden con el que había amanecido  la cueva, ni la extraña sensación de paz interior que notaba, se dispuso a emprender su camino diario hacia el pueblo con la intención de conseguir algo que echarse a la boca. Por miserable que fuera.

Continuará........
Dibujo--Lope Troya 

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