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sábado, 29 de noviembre de 2014

COMO MOLA MI TRABAJO 6 Confort



Como mola mi trabajo. Es algo que no se puede explicar con palabras, hay que vivirlo para saber lo que mola de verdad. Oye tu ¡es una cosa! A quien no le mola manejar un convoy articulado por las entrañas de la ciudad. Como mola disfrutar como un niño de los paisajes hipnóticos de cada recorrido. Como mola la ilusión óptica que provocan los fogonazos fluorescentes y bajar la ventanilla de tu espacioso habitáculo de conducción, para gozar la sinfonía embriagadora del sonido ambiente del exterior, sobre todo a una velocidad de 80 Km/h. Pero si eso mola, no te puedes imaginar lo que mola vivir todas esas impagables sensaciones con conducción automática. ¡Madre mía como mola la conducción automática! Como mola el ATO, que gran invento. Como molaría que le dieran alguna distinción científica al lumbreras que fue capaz de adaptar un sistema tan complejo y sofisticado que hasta ahora solo había sido probado en elevadores, montacargas y ascensores, para conseguir que funcionara de manera horizontal y no en vertical. Espera, espera, que me acabo de acordar; no sé si es el mismo lumbreras, pero si no es el mismo, deberían darle otro premio nobel al que invento las señales azules. Ese otro invento tan exitoso que permite tener más de un ascensor en el hueco por donde circula y en el tramo de dos pisos consecutivos. Por el amor de Dios, esto sí que es la madre de todos los inventos. Que hubiera sido de la humanidad si a este señor no se le ocurre que se podía tener más de un tren parado en la placentera y tranquilizadora oscuridad de un túnel metropolitano y encima regularlo, sin ninguna ambigüedad aparente, con una señal luminosa de atractivo color azul. Me mola, me quito el sombrero. Pero no me mola ser tan egoísta, si hay una cosa que mola que te cagas, es que lo disfruten los clientes y no yo, porque al fin y al cabo estoy trabajando y no puede parecer que me mola mi trabajo, ganando un pastón y con cinco años seguidos subiéndome el sueldo, sería un suicidio laboral. De puertas hacia afuera, utilizo el tópico de que casi nadie disfruta trabajando, no deben enterarse que a mí me mola.
 Como molan los que aprovecharon la oportunidad del bajo coste económico del ATO, casi regalado, para incorporarlo a mi trabajo y que yo pudiera disfrutarlo. Esos dos o tres pobres desconocidos, con un sueldo miserable y que a pesar de todo tienen ideas tan brillantes. Por cierto, chapó por uno de esos poquísimos humildes directivos brillantes, mal pagados, que se le ocurrió el slogan para vender el producto a nuestros clientes. Que derroche de imaginación, ilustrar una cabina de tren vacía, puntualizando que no lo ves pero que pronto lo sentirás ¿el qué? Te preguntaras. Pues muy sencillo, clientes de todas las edades, religión y condición, van a disfrutar del infinito mundo sensorial que proporcionan las cuatro palabras mágicas del transporte suburbano: Confort, Regularidad, Seguridad y mí preferida, Sostenibilidad. Y si eso ya es para flipar, imagínate que puedes saborearlo mientras trabajas.
Es que me vengo arriba, como mola mi trabajo, no puedo reprimir las ganas de chinchar y dar envidia. Como mola la conducción automática, como mola el ATO. Hoy me voy a centrar en una de esas sensaciones que puede disfrutar cualquier cliente, solo por pagar el irrisorio precio que cuesta un billete para viajar: el Confort.
¿Qué es el confort? Y tú me lo preguntas, confort eres tú. No, en serio, confort es lo que produce bienestar y comodidad. Como mola, no se podría definir mejor lo que produce la conducción automática en mi trabajo. Anda que no mola disfrutar de una parada inesperada, tremendamente suave, en cualquier momento del viaje o disfrutar de los escasísimos 6 o 7 segundos para detenerse en una parada que si esperabas. Por cierto, estos pocos segundos son tan insignificantes, que ningún cliente pierde la paciencia e intenta arrancar la manivela de la puerta para bajarse en marcha. Eso nunca, la paciencia es una de las principales virtudes de los clientes de donde trabajo, junto con el respeto, amabilidad y cortesía.
Porque eso si que mola de verdad, pero de verdad, descubrir espontáneamente y sin presión, como disfruta el cliente. ¿Cómo no va a disfrutar? hasta yo disfruto de ese confort que proporciona el recorrido entre Xativa y Colon. Como mola el confort de la conducción automática cuando sales de Xativa con la señal en ámbar y automáticamente el convoy intenta adquirir una velocidad de 60 Km/h y a los pocos metros intentar rebajar a 30 Km/h para que en dos segundos cambie la señal de entrada a Colon y, también automáticamente, acelere para coger los 60 Km/h, para seguidamente, volver a frenar reduciendo placenteramente la velocidad otra vez, porque el tren de delante sigue parado en la señal de entrada de Alameda. Si esto no es confort, que venga Dios, otra vez, y lo vea, que venga en metro si tiene posibilidad, porque mola que es una divinidad. Pero si eso mola, no te puedes imaginar lo que mola si en la misma situación anterior, el tren de delante sigue en la parada de Colon y no en la señal de Alameda. Esto es el súmmum del confort, cuando la conducción automática decide inteligentemente que tiene que parar enseguida, sin ni siquiera acercarse a la señal por si acaso. No se puede explicar con palabras, hay que experimentarlo. Fíjate, yo creo que los clientes pagan poco por el billete para viajar, me parece desproporcionadamente generoso proporcionar tanto confort, por tan poco dinero. Lo que más me mola es que como muchos clientes desconocen la existencia de la conducción automática, los muy ingenuos vienen a agradecérmelo a mí, el confort proporcionado. Algunos incluso se molestan en venir hasta la cabina para hacérmelo saber con muchísimo respeto, incluso cortésmente y hay algunos que te lo hacen saber solo con una mirada rebosante de amabilidad. Gracias a todos, no merezco tanto reconocimiento, es el tren solo quien les ha proporcionado tanto bienestar en el viaje. Algunos comentan lo orgullosa que debe estar mi madre de tener un hijo tan eficiente en su trabajo. Si, la nombran tanto que a mi madre le estarán pitando los oídos constantemente.
Qué más puedo pedir, no es necesaria tanta molestia en demostrarme la admiración que sienten, soy consciente de ese confort que disfrutan. Yo mismo lo vivo a flor de piel en cada convoy, en cada tramo y en cada viaje, constantemente disfruto de ese confort insuperable. Es una pasada.
Como mola mi trabajo, de verdad lo digo.  

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