Como mola mi trabajo. Es
algo que no se puede explicar con palabras, hay que vivirlo para saber lo que
mola de verdad. Oye tu ¡es una cosa! A quien no le mola manejar un convoy
articulado por las entrañas de la ciudad. Como mola disfrutar como un niño de los
paisajes hipnóticos de cada recorrido. Como mola la ilusión óptica que provocan
los fogonazos fluorescentes y bajar la ventanilla de tu espacioso habitáculo de
conducción, para gozar la sinfonía embriagadora del sonido ambiente del
exterior, sobre todo a una velocidad de 80 Km/h. Pero si eso mola, no te puedes
imaginar lo que mola vivir todas esas impagables sensaciones con conducción
automática. ¡Madre mía como mola la conducción automática! Como mola el ATO,
que gran invento. Como molaría que le dieran alguna distinción científica al
lumbreras que fue capaz de adaptar un sistema tan complejo y sofisticado que
hasta ahora solo había sido probado en elevadores, montacargas y ascensores,
para conseguir que funcionara de manera horizontal y no en vertical. Espera,
espera, que me acabo de acordar; no sé si es el mismo lumbreras, pero si no es
el mismo, deberían darle otro premio nobel al que invento las señales azules.
Ese otro invento tan exitoso que permite tener más de un ascensor en el hueco
por donde circula y en el tramo de dos pisos consecutivos. Por el amor de Dios,
esto sí que es la madre de todos los inventos. Que hubiera sido de la humanidad
si a este señor no se le ocurre que se podía tener más de un tren parado en la
placentera y tranquilizadora oscuridad de un túnel metropolitano y encima
regularlo, sin ninguna ambigüedad aparente, con una señal luminosa de atractivo
color azul. Me mola, me quito el sombrero. Pero no me mola ser tan egoísta, si
hay una cosa que mola que te cagas, es que lo disfruten los clientes y no yo,
porque al fin y al cabo estoy trabajando y no puede parecer que me mola mi
trabajo, ganando un pastón y con cinco años seguidos subiéndome el sueldo,
sería un suicidio laboral. De puertas hacia afuera, utilizo el tópico de que
casi nadie disfruta trabajando, no deben enterarse que a mí me mola.
Como molan los que aprovecharon la oportunidad
del bajo coste económico del ATO, casi regalado, para incorporarlo a mi trabajo
y que yo pudiera disfrutarlo. Esos dos o tres pobres desconocidos, con un
sueldo miserable y que a pesar de todo tienen ideas tan brillantes. Por cierto,
chapó por uno de esos poquísimos humildes directivos brillantes, mal pagados,
que se le ocurrió el slogan para vender el producto a nuestros clientes. Que
derroche de imaginación, ilustrar una cabina de tren vacía, puntualizando que
no lo ves pero que pronto lo sentirás ¿el qué? Te preguntaras. Pues muy
sencillo, clientes de todas las edades, religión y condición, van a disfrutar
del infinito mundo sensorial que proporcionan las cuatro palabras mágicas del
transporte suburbano: Confort, Regularidad, Seguridad y mí preferida,
Sostenibilidad. Y si eso ya es para flipar, imagínate que puedes saborearlo
mientras trabajas.
Es que me vengo arriba, como
mola mi trabajo, no puedo reprimir las ganas de chinchar y dar envidia. Como
mola la conducción automática, como mola el ATO. Hoy me voy a centrar en una de
esas sensaciones que puede disfrutar cualquier cliente, solo por pagar el
irrisorio precio que cuesta un billete para viajar: el Confort.
¿Qué es el confort? Y tú me
lo preguntas, confort eres tú. No, en serio, confort es lo que produce
bienestar y comodidad. Como mola, no se podría definir mejor lo que produce la
conducción automática en mi trabajo. Anda que no mola disfrutar de una parada
inesperada, tremendamente suave, en cualquier momento del viaje o disfrutar de
los escasísimos 6 o 7 segundos para detenerse en una parada que si esperabas.
Por cierto, estos pocos segundos son tan insignificantes, que ningún cliente pierde
la paciencia e intenta arrancar la manivela de la puerta para bajarse en
marcha. Eso nunca, la paciencia es una de las principales virtudes de los
clientes de donde trabajo, junto con el respeto, amabilidad y cortesía.
Porque
eso si que mola de verdad, pero de verdad, descubrir espontáneamente y sin
presión, como disfruta el cliente. ¿Cómo no va a disfrutar? hasta yo disfruto
de ese confort que proporciona el recorrido entre Xativa y Colon. Como mola el
confort de la conducción automática cuando sales de Xativa con la señal en
ámbar y automáticamente el convoy intenta adquirir una velocidad de 60 Km/h y a
los pocos metros intentar rebajar a 30 Km/h para que en dos segundos cambie la
señal de entrada a Colon y, también automáticamente, acelere para coger los 60
Km/h, para seguidamente, volver a frenar reduciendo placenteramente la
velocidad otra vez, porque el tren de delante sigue parado en la señal de
entrada de Alameda. Si esto no es confort, que venga Dios, otra vez, y lo vea,
que venga en metro si tiene posibilidad, porque mola que es una divinidad. Pero
si eso mola, no te puedes imaginar lo que mola si en la misma situación
anterior, el tren de delante sigue en la parada de Colon y no en la señal de
Alameda. Esto es el súmmum del confort, cuando la conducción automática decide
inteligentemente que tiene que parar enseguida, sin ni siquiera acercarse a la
señal por si acaso. No se puede explicar con palabras, hay que experimentarlo.
Fíjate, yo creo que los clientes pagan poco por el billete para viajar, me
parece desproporcionadamente generoso proporcionar tanto confort, por tan poco
dinero. Lo que más me mola es que como muchos clientes desconocen la existencia
de la conducción automática, los muy ingenuos vienen a agradecérmelo a mí, el
confort proporcionado. Algunos incluso se molestan en venir hasta la cabina
para hacérmelo saber con muchísimo respeto, incluso cortésmente y hay algunos
que te lo hacen saber solo con una mirada rebosante de amabilidad. Gracias a
todos, no merezco tanto reconocimiento, es el tren solo quien les ha
proporcionado tanto bienestar en el viaje. Algunos comentan lo orgullosa que
debe estar mi madre de tener un hijo tan eficiente en su trabajo. Si, la
nombran tanto que a mi madre le estarán pitando los oídos constantemente.
Qué más puedo pedir, no es
necesaria tanta molestia en demostrarme la admiración que sienten, soy
consciente de ese confort que disfrutan. Yo mismo lo vivo a flor de piel en
cada convoy, en cada tramo y en cada viaje, constantemente disfruto de ese
confort insuperable. Es una pasada.
Como mola mi trabajo, de
verdad lo digo.
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