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sábado, 13 de diciembre de 2014

ILUSION



Ya sabes que en estos días es típico ver mucha gente, a última hora de la tarde, volver a casa después del trabajo cargado con su caja correspondiente al regalo de empresa. Esa caja de cartón con asas, llena de ricos manjares, líquidos, sólidos y turrón durísimo; que el generoso dueño de la empresa ha tenido la amabilidad de regalar a sus empleados como aguinaldo o lo que sea, para que saboreen su contenido durante  las fiestas que se aproximan, debatiendo con hermanos y cuñados sobre la añada del vino peleón, pero de bonita botella, que venía en el interior de tan bonita caja. Que ilusión me haría que me regalasen una de esas cajas, aunque fuera llena de productos de marca blanca.
Sin duda, lo que copa la ilusión estos días es la lotería de navidad. Un extraño fenómeno que se da todos los años, muy difícil de entender y muy fácil de explicar. No, no es una contradicción, solo tienes que ser sensato hasta aburrir como soy yo, para ver qué es lo que ocurre. O más fácil, solo hay que ser un poco coherente, llevo toda la maldita vida comprando decimos y participaciones, gastándome mucho y poco, de aquí y del pueblo que estuve de vacaciones y no me ha tocado una puta mierda. Ahora salta el otro y te suelta—por lo menos tienes salud—siiiiii, es verdad!!!, estoy como un chaval, pero también tuve salud aquel año que no compre lotería.
Voy a intentar argumentar lo que digo, aunque sea de manera absurda, para todos los que ya estáis pensando que son un viejo gruñón amargado. Que también.
Ilusión porque te toque esa lotería de navidad la tiene cualquiera allá donde mires, la mayoría lleva algún decimo o participación que se ha visto obligado a comprar por no hacer el feo o por la típica excusa—imagínate que les toca a todas las madres del colegio y yo no compré--. Vete al centro de Valencia, párate en la calle Ruzafa y observa a tu alrededor. Cientos de personas a tu alrededor que han comprado lotería ¿acaso crees que les va a tocar a todos? Pues claro que no ¿Por qué deberías ser tú la excepción? Vale, ya se la respuesta—la ilusión es lo último que perdemos—De acuerdo, me puede valer como respuesta. Ahora piensa las veces que has comprado tú durante años y lo que te ha tocado. ¿Te acuerdas de aquel vecino que compro una participación en una gasolinera de Albacete cuando volvía a casa después de las vacaciones y le salió el tercer premio? Pues acuérdate, porque es lo más cerca que vas a ver el premio. Bueno, aun te puedes acercar más, pero es más doloroso. Imagínate aquel año que salió el gordo en la misma administración que tu compraste un decimo ¡maldita sea! ¿Porque no compraste el que iba a salir? fácil, porque había cientos de números a elegir y no iba a salir el que tú compraras. Y ya no te digo, aquel año que salió la participación que compraste y te llevaste aquella miseria, únicamente válida para seguir teniendo muchísima ilusión.- Olvídalo, no te va a volver a pasar en la vida.
Tampoco quiero quitarte la ilusión, adelante. Vive ese día escuchando de fondo, allá donde estés, el cantar de los niños de San Idelfonso; que si pronto dejas de escuchar, sabrás que ya ha salido el gordo. O ilusiónate en directo viéndolo en cualquier televisión. Fustígate a mediodía con las imágenes de los afortunados derramando champán y piensa que el año que viene habrá más suerte. Espera a que alguien te suelte que por lo menos tienes salud o se un cachondo, suéltaselo tú a alguien.
Claro que sí, hay que tener ilusión, sino que sería de nosotros. Que te crees que yo no tengo ilusión, pues también. Tengo ilusión de vivir muchos años, de ver crecer a mis hijos, que no me falte el trabajo y cosas por el estilo.
Otra cosa es la confianza y en lo que si confió es que este año me toque la lotería de una maldita vez, para poder tomarme unas cañas sin pensar que este mes llega la factura de la luz y poder lamentarme, a lagrima viva si hace falta, de haber comprado solo un decimo y a medias con otro.
Así queee…..
Soñar sigue siendo gratis, de momento.

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