Hay días que, por lo que sea,
cojo carrerilla y sigo con la novela, pero de repente ocurre algo que me hace
perder el hilo. Esto suele ser, ¡papá el desayuno!, vámonos al cole, papa la
comida, cari no va internet, papa arregla el ordenador, pégame este juguete,
tienes que imprimirme esto, papa la cena, tienes que comprar pan, voy a jugar
una al Candy, no entiendo este problema, papa, papa, cari que me sale error de
no sé qué o ahora ya no puedo porque me tengo que ir a conducir un supositorio
por el culo de Valencia. Vamos, lo normal de una vida en mi situación social y
necesariamente implícita en mi pasatiempo favorito.
Alguien ha leído algo de
Stephen King, yo no mucho, pero por lo poco que conozco, en sus novelas suelen
haber escritores inmersos en la historia, protagonistas o no. Todos los que
recuerdo, escriben en una casa en el campo, normalmente solos, con su máquina
de escribir con un taco gordo de folios escritos en un lado de la mesa. Solo
recuerdo uno de esos escritores protagonistas que también se va a escribir a un
lugar solitario, en concreto un hotel que cierra en invierno, pero se lleva a
la familia con él. No te digo más, acaba poseído y persiguiéndolos con un hacha
por todo el hotel.
Ahora me dirás—eso es una
excusa—si, es una excusa y barata además. Pero total es una excusa para los dos
que siguen la novela de AQUEL VERANO, para el resto, como si no hubiera dicho
nada.
Así queee…
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