oncontextmenu='return false' onkeydown='return false'>

domingo, 15 de diciembre de 2013

EPITAFIO



Este es el final de una época de recuerdos bonitos escritos únicamente para presentar a concursos literarios dentro de mi empresa. “Obligación o presión” es una anécdota que nunca presente a concurso y creo que únicamente lo publique en el muro de mi facebook. Las anécdotas ferroviarias que querían para los concursos siempre tenían que ser políticamente correctas y tratar sobre recuerdos simpáticos. No admitieron ninguna anécdota sobre accidentes o casos dolorosos y también los escribí. El ferrocarril es lo que tiene, te ríes y disfrutas mucho, pero también ocurren cosas con consecuencias negativas, lamentablemente, y por mucho que quieran mirar hacia otro lado, estarán ahí siempre. Quizás se necesiten más de 28 años trabajando en el ferrocarril para tener ese sentir. En la primera anécdota que escribí ya expreso mi malestar sobre la transformación del ferrocarril, pero en un intento de revivir buenos tiempos (con cosas buenas y malas) me exprimí un poco mi modesto cerebro recordando mis años ferroviarios. Salieron buenas anécdotas que solo aumentaron mi ego literario y atrasaron un poco, posiblemente, la aparición del alzhéimer. Otras que nunca se supo de ellas por tratar algún percance espinoso. A pesar de que ya hace tiempo que escribí esta ultima anécdota “Obligación o presión”, quiero  utilizarla para anunciar  el fin de mi ILUSION por el ferrocarril. Es algo personal, aunque los que han vivido lo mismo que yo, afirman que eso no se puede perder. Puede ser, pero la prueba la tengo en que todas las anécdotas que he recordado, se remontan a hace mas de 25 años, solo una ocurrió en la última veintena de años. Desde entonces hasta hoy, por más que me esfuerzo, no consigo recordar nada ferroviario interesante, que merezca ser contado, aunque solo sea a pie de andén. El ambiente esta enrarecido y no me extraña. Creo que lo que pasa es que el cabreo está bastante generalizado y es muy diverso, lo que hace imposible la cordialidad y buen rollo ferroviario que conocí en mis orígenes.  Puede que haya interesados en  que así sea o puede que el paso del tiempo necesite esta transformación del mundo ferroviario, incluso es posible que solo se trate de una obsesión mía. Me da igual y aunque aun me saca una sonrisa un niño en su carrito diciendo adiós al tren, tiro la toalla porque por más que rasco en la capa de mala ostia que tengo normalmente, no encuentro ninguna esquirla de lo que fue mi espíritu ferroviario.
Lo dicho, en esta etiqueta solo publicare una anécdota más. Bueno, ni siquiera es una anécdota sino una reflexión personal sobre mi vida laboral. “Obligación o presión” será el final de mi andadura literaria por lo relacionado con el ferrocarril, creo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario