Este es el final de una época de
recuerdos bonitos escritos únicamente para presentar a concursos literarios
dentro de mi empresa. “Obligación o presión” es una anécdota que nunca presente
a concurso y creo que únicamente lo publique en el muro de mi facebook. Las
anécdotas ferroviarias que querían para los concursos siempre tenían que ser
políticamente correctas y tratar sobre recuerdos simpáticos. No admitieron
ninguna anécdota sobre accidentes o casos dolorosos y también los escribí. El
ferrocarril es lo que tiene, te ríes y disfrutas mucho, pero también ocurren
cosas con consecuencias negativas, lamentablemente, y por mucho que quieran
mirar hacia otro lado, estarán ahí siempre. Quizás se necesiten más de 28 años
trabajando en el ferrocarril para tener ese sentir. En la primera anécdota que
escribí ya expreso mi malestar sobre la transformación del ferrocarril, pero en
un intento de revivir buenos tiempos (con cosas buenas y malas) me exprimí un poco
mi modesto cerebro recordando mis años ferroviarios. Salieron buenas anécdotas
que solo aumentaron mi ego literario y atrasaron un poco, posiblemente, la
aparición del alzhéimer. Otras que nunca se supo de ellas por tratar algún
percance espinoso. A pesar de que ya hace tiempo que escribí esta ultima
anécdota “Obligación o presión”, quiero
utilizarla para anunciar el fin
de mi ILUSION por el ferrocarril. Es algo personal, aunque los que han vivido
lo mismo que yo, afirman que eso no se puede perder. Puede ser, pero la prueba
la tengo en que todas las anécdotas que he recordado, se remontan a hace mas de
25 años, solo una ocurrió en la última veintena de años. Desde entonces hasta
hoy, por más que me esfuerzo, no consigo recordar nada ferroviario interesante,
que merezca ser contado, aunque solo sea a pie de andén. El ambiente esta
enrarecido y no me extraña. Creo que lo que pasa es que el cabreo está bastante
generalizado y es muy diverso, lo que hace imposible la cordialidad y buen
rollo ferroviario que conocí en mis orígenes.
Puede que haya interesados en que
así sea o puede que el paso del tiempo necesite esta transformación del mundo
ferroviario, incluso es posible que solo se trate de una obsesión mía. Me da
igual y aunque aun me saca una sonrisa un niño en su carrito diciendo adiós al
tren, tiro la toalla porque por más que rasco en la capa de mala ostia que
tengo normalmente, no encuentro ninguna esquirla de lo que fue mi espíritu
ferroviario.
Lo dicho, en esta etiqueta
solo publicare una anécdota más. Bueno, ni siquiera es una anécdota sino una reflexión
personal sobre mi vida laboral. “Obligación o presión” será el final de mi
andadura literaria por lo relacionado con el ferrocarril, creo.
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