Si le das vueltas y vueltas a la
tuerca para apretarla, llega un momento que ofrece más resistencia para
girarla. Puedes coger la herramienta con las dos manos y apretar un poco más.
Cada vez costara más esfuerzo seguir girando y ya no podrás darle casi ni una
vuelta entera. Si además de con las dos manos, apoyas el pie para poder hacer
palanca, es posible que aun la aprietes otro poco, pero definitivamente te acercas al máximo posible. Si sigues
haciendo fuerza para apretar, ocurre lo inevitable. La tuerca se pasa de rosca.
¿Entonces qué pasa? Pues muy sencillo, que por más vueltas que le des ya no
aprieta. Tienes que girar poco a poco hasta llegar al punto que está más
apretada, porque si te pasas media vueltecita se vuelve a aflojar. A partir de
ahí, no volverás a
apretarla fuertemente.Los políticos que gobiernan nos están haciendo palanca con el pie, otro apretón y que se preparen.
Todo tiene un límite y nada es para siempre. Tampoco la paciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario