Hay que ver como hemos caído en la trampa. De nada sirve
lamentarse a estas alturas y además es absurdo pensar que nosotros mismos
hemos participado en fabricar esa trampa. Hace años tuve una bronca-advertencia
de mi padre cuando fui a comprarme mi primer coche. Un súper Alfa Romeo que
pensaba pagar en cómodos aplausos, pero que el banco no tenía suficiente aval,
a pesar de tener una suculenta nomina al
alcance de pocos jóvenes con mi edad. Necesitaban que mi padre, un señor mayor
de pueblo que trabajaba en el campo, firmara un sinfín de letras bancarias. No sé como conseguí
convencerlo pero mientras firmaba, con
poca vista y maña con el bolígrafo, me soltó la madre de todos los sermones económicos.
Se me quedaron dos cosas del sermón. Que estaba loco al dejar un millón y medio
de pesetas en la calle que era lo que valía el coche y que él estaba loco por
dejar que yo me fiara del banco, poniendo lo poco suyo como aval. El coche lo
pague, lo disfrute, lo sufrí y lo machaque varias veces, lo que viene a ser
normal a esa edad. Yo no podía entender cómo le
preocupaba tanto una operación que parecía
tan corriente y facil, según el que me vendió el coche. Mi padre no podía asimilar que me fiara
del banco tan alegremente.
Muchas personas con la edad que tendría mi padre en la actualidad, han sido estafadas
vilmente por los bancos. Por las personas que mandan de esos bancos y que
ordenan a sus peones, que engañen a gente inocente e ignorante. Alguna vez se preguntaron
estos peones, que lo que estaban haciendo podía tratarse de un engaño. ¿Qué estudios
tienes que tener para sentarte allí y ofrecer productos financieros? Algo tendrán
que haber estudiado digo yo. Pues es posible, pero seguramente obedecían ciegamente
las ordenes por mandato supremo, como haría en la actualidad cualquier persona
que haya logrado conservar su puesto de trabajo. Simplemente por miedo.
Cuánta razón tenía mi padre, no iba mal encaminado. La
gran mayoría hemos caído en la trampa capitalista y en ocasiones, cavamos a propósito
para hundirnos más. La sinvergonzonería es la apuesta ganadora. No todos gozan
de esta propiedad innata, solo es bendecida por los genes en el nacimiento e imposible
de adquirir, de manera forzada, con posterioridad. Muchas veces he explicado mi teoría
sobre este hecho. Arrepentirse de no haber sido más sinvergüenza, es el
ejercicio que practico últimamente. Me hace sentirme peor aun y si además le sumo que me fie de los bancos, pues más patético.
Caímos en la tentación, que aunque no cuenta como pecado,
sí que es la invitación a pecar, pero inducida por el demonio. ¿Qué demonio?
Pues no, no es Belcebú o uno de esos. El demonio que nos gobierna. También ha
tenido muchos nombres, presidentes de gobierno, banqueros, políticos,
sindicalistas. Todos ellos con una ofuscación tenaz, persistente y común,
meternos en la secta capitalista que lideran.
Nos sacan los cuartos por todo, con excusas más aun.
Repago, copago, canon, comisiones, impuestos, IVA, etc.. son inventos de estos sinvergüenzas
para recaudar por estar en un sistema en el que nos han obligado a estar. Bueno
a nadie lo han obligado, impuesto estaría mejor dicho.
Toda la vida pagando impuestos y comisiones, pero ahora
van mas allá. El copago de medicinas y ahora el hospitalario. Cada frasco te
costara 4.20 E, no quiero pensar que le costara al enfermo que necesite una
caja de zapatos llena de frascos. No es una animalada, hay enfermos que llenan
una caja de zapatos con las medicinas que necesitan. No tardara en llegar, a
este paso, el deseo a morirse pronto para poder dejar algo de herencia a tus
hijos. Son tan sinvergüenzas que para entonces también te cobraran la
eutanasia. Para eso llevo toda mi vida pagando la seguridad social, para no
haberla gastado nunca. He visitado el médico unas 15 o 20 veces en mi vida y más
de la mitad ha sido por inofensivas pero
dolorosas amigdalitis. Podría ponerme malo y ellos quedarse con lo poco que me
han dejado con los malditos recortes. Injusto y muy propio de sinvergüenzas.
Ni hablemos de la educación. Toda la vida pagando impuestos para que pudiéramos tener
una educación gratuita y con futuro, para que ahora tengas que ser rico para
estudiar. Perdón, además de ser rico también vale sacar más de un 6´50 de nota,
aunque siendo rico con un 5 pelado te vale. El podrá ir con esa nota, pero yo
no porque no puedo pagarlo. El que tenga de nota entre 5 y 6'50 y consiga el dinero para la matricula, se beneficiara de lo que se presupueste
para educación con los impuestos que yo también he pagado. Los pobres solo nos beneficiaremos si somos listos y sacamos de nota más de ese mínimo. Lo tienen muy fácil,
esa gente tiene colegios y universidades privadas que se podrían permitir,
porqué nos tienen que machacar a nosotros. Ellos pueden permitirse colegios
neoliberales y religiosos, pero la clase media no. Odio llamar clase media a
los pobres, pero hay que ir acostumbrándose. Incluso puede haber quien piense
que son buenos colegios para sus hijos y se esfuercen para poder pagarlo a
duras penas. Menos mal que hay libertad y de esa forma y con préstamos
bancarios, algunos ilusos también confiaran en esos colegios, pero forma parte
de la trampa para captar adeptos y sangrar con intereses. Además conseguirán lavar
el cerebro a nuestros hijos imponiéndonos una educación pública al más puro estilo conservador. Para que todos
aceptemos como borregos las paranoias del señor Wert.
Hay una frase broma que rula por la red y que advierte lo
de privatizar los beneficios y hacer público el gasto. Totalmente cierta, no es
broma. Yo creía que lo público no era caro, que lo caro era mantener a los sinvergüenzas
que pretenden hacernos creer milongas y también a los corruptos-especuladores y
mayor sinvergüenzas, que nos han llevado a la situación que estamos,
despilfarrando el dinero de todos, en beneficio propio.
Revolución ya. Que cutre queda, prefiero otra frase:
Que se vayan a la mierda todos, hombre ya.
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