Aun hay más. Me acusan últimamente de quejarme demasiado.
Me acusan en el trabajo, porque me quejo de cosas del trabajo. De mi vida privada
no tengo ninguna queja y si alguna vez la tengo, es sobre mi trabajo. Hay una explicación,
aunque solo me interese a mí y quiero decirla porque soy consciente del peligro
que corro si continuo con mi actitud.
Hace 28 años que me dedico al mundo ferroviario. He visto
de todo y reconozco que durante años fue una profesión que me llenaba
completamente. Hace poco más de diez años empecé a perder un poco esa ilusión,
influenciado por mi inclusión en un ERE absurdo en el que me traiciono mi
propio sindicato. Recorrido complicado desde entonces que culmino hace menos de
un año en la hecatombe que provoco el último ERE manipulado en la empresa donde
trabajo. Cuando repasas lo que te ha costado llegar a ser lo que eres, sientes
una indignación bestial al ver en lo que te han convertido. No soy el único afectado,
pero hace tiempo que estoy solo en esto. Todos miran y callan, aunque estén tan
indignados como yo. Me he cansado de defender la importancia que tiene el
trabajo que desempeño en una empresa que se dedica al transporte de personas mediante trenes,
algo que hasta el más tonto entendería porque me dedico a llevar esos trenes.
De nada ha servido puesto que actualmente está más valorado la atención al
cliente que lo que yo hago. Para conseguir este resultado han utilizado todo
tipo de argumentos, a los que les han añadido más responsabilidad y menos remuneración
para mi trabajo diario. Todo perfectamente argumentado con el calzador del
miedo y la excusa de que no hay más remedio. Vivimos acojonados por no perder
el trabajo y nos integramos sin rechistar en el rebaño, calladitos o resignados
al escuchar esos argumentos de nuestros superiores. Sería más sencillo el
pensar que no nos queda otra opción y hasta yo la acepto, para que negarlo.
Durante esos 28
años he cumplido como el que más. Mi trabajo ha sido lo más impecable que he
podido. Podría contar en todo ese tiempo menos de 30 días de baja laboral,
miles de madrugones, favores e incluso la realización de tareas que no me correspondían
y todo esto ¿para qué? Para nada, no ha servido para nada. Me han convertido en
lo último de lo último. Asustado por intentar conservar el empleo, pero muy
desilusionado. Hace tiempo que ni siquiera me planteo mejorar dentro de la
empresa y mucho menos ahora con mi actitud. Estoy agotado de pelear, sin
utilizar la violencia, sin artimañas sindicales ni protestas reivindicativas
que vayan más allá de mis palabras. He tirado la toalla y desde hace meses sigo
adelante, intentando no salirme mucho del rebaño, si esto ocurre y me achucha
el perro del pastor, le arreo una coz con todo el cariño del mundo, intentando
no caer en una acrimonia demasiado llamativa. Es muy complicado debido a la
aspereza de mi carácter y de mis opiniones, total, nadie me toma en serio; ni
ahora ni nunca.
Por ese mismo motivo he cambiado las formas de expresar
mi malestar. Evidentemente nadie me toma en serio, me tratan incluso de loco o
vete a saber que más cosas dirán sin que llegue a mis oídos. Me la trae floja,
estoy más cuerdo que muchos de ellos, conozco de sobra el entramado de la
empresa, cumplo fiel e impecablemente con mi trabajo a pesar de que pueda
cometer algún error como cualquier humano y porque no decirlo, tengo más
estudios que muchos de los que me critican. Estoy por encima de ellos menos en
peloterismo.
Todos los mandatarios, directivos y jefecillos de mi
empresa comulgan con el Teísmo, con la doctrina impuesta por el partido
gobernante como único dios personal y providente, creador y conservador de la
empresa. Religión sospechosamente impuesta a base de Burundanga. Defienden la
empresa y sus métodos, por absurdos que parezcan, de manera precisa, tanto que con el mínimo
sentido común, les desmontas el argumento de un plumazo.
Esa es mi actitud. Intento desenmascarar a estos
individuos para comprobar el nivel de afinidad que se espera de ellos por parte
del dios o comprobar que cantidad de dosis de burundanga les han obligado a
tomar, sosteniéndome en mi experiencia y antigüedad en la empresa. Cierto, es
de tontos porque no consigo nada, pero es exactamente lo que me interesa que sigan
pensando todos.
Todo lo digo de buenas maneras y sin intención de
faltar a nadie. Hace tiempo que ando solo por este camino y soy consciente de
las consecuencias, pero ya sería de recibo ponerme una mordaza y no dejarme
expresarme con total libertad. Cumpliré lo mejor posible con mi trabajo,
aguantare sus discursos hipnóticos, me esforzaré y sacare la mejor versión de
mi, a ser posible con una sonrisa. Pero que no me pidan que lo haga con ilusión
porque me la han pisoteado y machacado vilmente. Si alguna vez están interesados
en que la recupere, lo tienen muy fácil. Que me devuelvan como mínimo el 15 por
cien de la remuneración que tenia o que no me cuenten más milongas y que me
ignoren. Venga, esto último parece más sencillo.
A saber lo que tienen pensado para mí. Nada bueno como continúe
así.
Ya si eso me voy callando y me meto al rebaño otra vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario