oncontextmenu='return false' onkeydown='return false'>

jueves, 21 de noviembre de 2013

ERASE UNA VEZ



Aun hay más. Me acusan últimamente de quejarme demasiado. Me acusan en el trabajo, porque me quejo de cosas del trabajo. De mi vida privada no tengo ninguna queja y si alguna vez la tengo, es sobre mi trabajo. Hay una explicación, aunque solo me interese a mí y quiero decirla porque soy consciente del peligro que corro si continuo con mi actitud.
Hace 28 años que me dedico al mundo ferroviario. He visto de todo y reconozco que durante años fue una profesión que me llenaba completamente. Hace poco más de diez años empecé a perder un poco esa ilusión, influenciado por mi inclusión en un ERE absurdo en el que me traiciono mi propio sindicato. Recorrido complicado desde entonces que culmino hace menos de un año en la hecatombe que provoco el último ERE manipulado en la empresa donde trabajo. Cuando repasas lo que te ha costado llegar a ser lo que eres, sientes una indignación bestial al ver en lo que te han convertido. No soy el único afectado, pero hace tiempo que estoy solo en esto. Todos miran y callan, aunque estén tan indignados como yo. Me he cansado de defender la importancia que tiene el trabajo que desempeño en una empresa que se dedica  al transporte de personas mediante trenes, algo que hasta el más tonto entendería porque me dedico a llevar esos trenes. De nada ha servido puesto que actualmente está más valorado la atención al cliente que lo que yo hago. Para conseguir este resultado han utilizado todo tipo de argumentos, a los que les han añadido más responsabilidad y menos remuneración para mi trabajo diario. Todo perfectamente argumentado con el calzador del miedo y la excusa de que no hay más remedio. Vivimos acojonados por no perder el trabajo y nos integramos sin rechistar en el rebaño, calladitos o resignados al escuchar esos argumentos de nuestros superiores. Sería más sencillo el pensar que no nos queda otra opción y hasta yo la acepto, para que negarlo.
 Durante esos 28 años he cumplido como el que más. Mi trabajo ha sido lo más impecable que he podido. Podría contar en todo ese tiempo menos de 30 días de baja laboral, miles de madrugones, favores e incluso la realización de tareas que no me correspondían y todo esto ¿para qué? Para nada, no ha servido para nada. Me han convertido en lo último de lo último. Asustado por intentar conservar el empleo, pero muy desilusionado. Hace tiempo que ni siquiera me planteo mejorar dentro de la empresa y mucho menos ahora con mi actitud. Estoy agotado de pelear, sin utilizar la violencia, sin artimañas sindicales ni protestas reivindicativas que vayan más allá de mis palabras. He tirado la toalla y desde hace meses sigo adelante, intentando no salirme mucho del rebaño, si esto ocurre y me achucha el perro del pastor, le arreo una coz con todo el cariño del mundo, intentando no caer en una acrimonia demasiado llamativa. Es muy complicado debido a la aspereza de mi carácter y de mis opiniones, total, nadie me toma en serio; ni ahora ni nunca.
Por ese mismo motivo he cambiado las formas de expresar mi malestar. Evidentemente nadie me toma en serio, me tratan incluso de loco o vete a saber que más cosas dirán sin que llegue a mis oídos. Me la trae floja, estoy más cuerdo que muchos de ellos, conozco de sobra el entramado de la empresa, cumplo fiel e impecablemente con mi trabajo a pesar de que pueda cometer algún error como cualquier humano y porque no decirlo, tengo más estudios que muchos de los que me critican. Estoy por encima de ellos menos en peloterismo.
Todos los mandatarios, directivos y jefecillos de mi empresa comulgan con el Teísmo, con la doctrina impuesta por el partido gobernante como único dios personal y providente, creador y conservador de la empresa. Religión sospechosamente impuesta a base de Burundanga. Defienden la empresa y sus métodos, por absurdos que parezcan, de  manera precisa, tanto que con el mínimo sentido común, les desmontas el argumento de un plumazo.
Esa es mi actitud. Intento desenmascarar a estos individuos para comprobar el nivel de afinidad que se espera de ellos por parte del dios o comprobar que cantidad de dosis de burundanga les han obligado a tomar, sosteniéndome en mi experiencia y antigüedad en la empresa. Cierto, es de tontos porque no consigo nada, pero es exactamente lo que me interesa que sigan pensando todos.
Todo lo digo de buenas maneras y sin intención de faltar a nadie. Hace tiempo que ando solo por este camino y soy consciente de las consecuencias, pero ya sería de recibo ponerme una mordaza y no dejarme expresarme con total libertad. Cumpliré lo mejor posible con mi trabajo, aguantare sus discursos hipnóticos, me esforzaré y sacare la mejor versión de mi, a ser posible con una sonrisa. Pero que no me pidan que lo haga con ilusión porque me la han pisoteado y machacado vilmente. Si alguna vez están interesados en que la recupere, lo tienen muy fácil. Que me devuelvan como mínimo el 15 por cien de la remuneración que tenia o que no me cuenten más milongas y que me ignoren. Venga, esto último parece más sencillo.
A saber lo que tienen pensado para mí. Nada bueno como continúe así.
Ya si eso me voy callando y me meto al rebaño otra vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario