En todos los líos
importantes de mi empresa, los sindicatos nombran a sus esbirros para manejar
el cotarro en primera línea. Son individuos afines al sindicato, ya sea porque
deben favores, porque valen, por designios del destino o porque les han lavado el
cerebro para convencerles de la ruta a seguir, de la cual no se separaran bajo
ningún concepto. A estas alturas y viendo las caras de algunos, yo ya había
descubierto quienes eran los elegidos. Quienes eran los más interesados en que
callaran las voces discordantes y además sabia porque. Sin necesidad de ser muy
listo estaba claro lo que pretendían. En mi opinión, había una cosa
innegociable y era el lema de toda la movida “NO AL ERE”. Esto tenía que salir
si o si. Había que borrar todo lo que contaminara. Me refiero a los que
pensaban aquello de “bueno, si quitan grasa donde sobra, pues no está mal” o la
peor “mientras no nos bajen el sueldo”. A ver, vamos a ser serios y esto es
otra vez mi humilde opinión, se podrá estar de acuerdo o no. Trabajamos en una
empresa que mueve trenes y a personas que viajan en ellos. Hasta el más tonto
pensara que lo que menos sobra es la gente que se dedica directamente a ello
(maquinistas, estaciones, intervención, etc.) y sin embargo, se podría ahorrar
quitando la gente que vive del cuento, jefecillos de sobra, sinvergüenzas
tocándose los huevos cobrando y cosas por el estilo.
En
definitiva, lo más importante era que no hubiera fisura. ¿Qué quiere decir
esto? Pues lo explico brevemente. Unos días antes ya había soltado lo harto que
estaba de hacer huelgas. Era algo que pensaban muchos maquinistas, porque no se
sentían amenazados, porque veían algo raro también o, para abreviar, porque
estaban hasta los cojones de todo. Si no tenía que haber fisuras, esto había
que pararlo. Nadie podía imaginar una movida de ese calibre con los
maquinistas, por ejemplo, llamando para decir que no secundan las huelgas. Por
el mismo motivo de antes, porque realmente somos estos colectivos de
trabajadores los que movemos de verdad la empresa. Nadie iba a notar que algún
jefecillo dijera que no hacia huelga o alguien en oficinas. Tenía que verse
unidad y yo no podía seguir hablando, corrían el riesgo de que alguien me
escuchara. Ya había dicho lo harto que estaba
de hacer huelgas y lo había argumentado. Su plan definitivo fue utilizar a uno
de esos esbirros que he nombrado antes para preparar el ataque. Buscar a unos
cuantos maquinistas novatos a los que ya habían convencido de que corrían
peligro en el ERE porque eran los últimos de la lista (mentira, porque los
criterios de afectación legales no van por ahí), sumarles algún otro muy afín
al sindicato y demostrarles que YO y otros, hablábamos mucho pero no hacíamos
nada. Otra mentira porque si que hacíamos, huelgas y manifestaciones como
todos, pero además pensábamos con independencia. ¿Ese era el problema? Pensando
o escribiendo no cambiábamos nada, según ellos. Otra mentira, solo hay que
escarbar en la historia del planeta, las personas que han conseguido cosas con
sus palabras. Eso era una majadería, yo solo quería defender lo justo, el
problema es que lo hacía en voz alta y eso no les gustaba. Para su operación
“CALLAR AL BOCAS” el elegido entro en el grupo, justo en uno deseos debates
banales que teníamos los tres o cuatro de siempre y puso esto:
Sin reaccionar, los
implicados(los que mas solíamos debatir libremente) entramos al trapo y nos
vimos arrastrados a una reunión “clandestina”. Clandestina lo digo por
resumirlo, era la reunión que acudiría toda los afines y novatos que he
nombrado antes, para conseguir tumbarnos y demostrarles que realmente no
estábamos dispuestos a hacer nada por ellos (mentira). Por el trancurrir de la
conversación en el grupo se puede deducir fácilmente que lo realmente
importante era que el organizador de la trampa y la mayoría de sus reclutados a
ser posible, debían ir a la misma hora que yo a esa reunión. Para que se me
entienda, no podían ir ellos por la mañana y yo por la tarde. ¿Qué como puedo
afirmar esto? Muy sencillo, digo a la hora que voy yo y acto seguido, el
elegido decide ir a la misma hora. La hemeroteca no engaña.
Inocente de mí, fui a la reunión como un
tonto. Creyendo que cómo había avisado de que si veía el más mínimo gesto
sindical en esa reunión me levantaba y me iba, no intentarian. Pues no, no me fui a pesar de
que pronto intuí lo que se me venía encima, solo tuve que ver la cara de
algunos y mas la de uno que, como yo, también fue engañado para asistir a ese
juicio sumarísimo. Salí bastante tocado moralmente y me fui hundiendo a lo
largo del día, pensando en lo elaborado de aquella operación y de cómo podía
haber sido tan pollo de caer. Totalmente violentado, por la noche solté mi
opinión en el grupo, casi sin pensar y que provocó, otra vez, que tuviera que
pedir disculpas. Reconozco que me pase y me disculpe, pero ninguno de los
asistentes y que seguro que asistieron con un fondo diferente al mío, jamás me
pidieron que me disculpara. Algo lógico, quien de ellos podía pedir respeto con
la cabeza alta, cuando nos habían engañado como a tontos. Estas fueron mis
palabras exactas:
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Cuidado, cuidado que hay un tío que habla
demasiado. Vamos a mandar un par de esbirrillos sindicales y al más falso de la
empresa para ver si lo podemos hacer callar. Siiiiiiii no sea que alguien se dé
cuenta y nos joda el plan. Tanta hipocresía solo ha conseguido darle la razón.
Menuda banda. Ahora sí que se callara seguramente.
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Este
fue el final de mis comentarios en el grupo. Sencillamente, abandone el grupo.
Consiguieron
su objetivo. Un molestón eliminado. Después de esto, empecé a caminar solo.
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