A finales del 2012, con la excusa de una crisis económica
sin precedentes en nuestro país, se presento un ERE en metrovalencia. Amparados
en el beneplácito de una reforme laboral, aprobada unilateralmente por la
mayoría absoluta del gobierno del PP, la dirección de la empresa en la que
trabajo, decidió recortar gastos a costa de los trabajadores. Sin querer entrar en detalles sobre el
despilfarro que provocó el agujero económico
en la empresa, comenzó un proceso de manipulación para conseguir unos
propósitos oscuros y supuestamente orquestados entre empresa y algunos
sindicatos. Esto, que en principio solo es mi humilde opinión, acabó en una
serie de consecuencias adversas para el conjunto de trabajadores. Y además voy
a intentar argumentar.
Nunca pretendí ser más listo que nadie, pero la
experiencia de haber sufrido dos ERE con anterioridad en la empresa, me
hicieron dedicarme con recelo al desarrollo de este. Comencé por leer toda la
información y no pasar por alto ningún acta de las reuniones entre empresa y
sindicatos. Expresaba mis opiniones en facebook, sin ánimo de entorpecer el
desarrollo, pero empeñado en que hubiera una total transparencia. Siempre
intente ser respetuoso con todas las opiniones, pero no tardo mucho en
ensuciarse la cosa. Había opiniones similares a las mías lo cual era normal
puesto que siempre defendí al conjunto de los trabajadores, puesto que yo era
uno de ellos.
Poco a poco los ánimos se fueron crispando y empezaron a
aparecer las diferencias entre algunos trabajadores. No podía entenderlo, pero
lo acepte. Había situaciones diversas y posiblemente algunos, con más
información que otros, empezaron a ver peligrar su culo su situación
concretamente. Yo seguía a lo mío, pensando en el conjunto de trabajadores,
pero empecé a notar cierta animadversión hacia mí, por parte de algunos
compañeros. Miradas raras y omisión de saludo por parte de algunos, a pesar de
que yo asistía a manifestaciones y secundaba todas las huelgas.
Con el tiempo llegaron las faltas de respeto y ataques a
las libertades individuales, curiosamente por los que consideraba compañeros.
Algunas como estas.
Sin querer entrar en polémicas, continúe expresando mi
opinión con total libertad y creyéndome con derecho a hacerlo. Asistía a las
manifestaciones que mis obligaciones me permitían y secundaba todas las huelgas. Ahí empecé a
darme cuenta de que, para algunos, no iba en la dirección “correcta”. Fue
entonces cuando sufrí el primer ataque personal por parte de alguien mal
informado, pero que consiguió su propósito porque me pilló en una mala tarde.
Tuve que disculparme porque, en un arrebato de ansiedad, lo llame listillo.
Listillo, el mayor insulto y falta de respeto recogido en el diccionario de la
Academia de la Lengua. Comparado con los que habían recibido algunos compañeros
anteriormente por no secundar huelgas, este era el peor de todos sin duda. Me relajé
un poco, pero no cambie mi forma de pensar. Todos aquellos tejemanejes, no
hacían otra cosa que reforzar mi pensamiento. Tanto interés por acallar ciertas
opiniones, me animaban en cierta manera.
A continuación llego lo más fuerte. No habiendo
conseguido amedrentarme, continúe intercambiando opiniones en el grupo, pero ya
empezaba a quedarme solo. Solo algunos valientes eran capaces de entrar en mis
comentarios. Ahora lo entiendo, ya era demasiado claro y explicito y atacaba
directamente el proceder de algunos sindicatos, en el desarrollo de los
acontecimientos. A partir de aquí ya pesan mucho mis paranoias personales, por
eso aportaré las pruebas que tengo para poder argumentarlas. Insisto que es mi
humilde opinión y además he creído conveniente ocultar los nombres para no
perjudicar a nadie. Si alguien se siente identificado que sepa que no pretendo
contrariar a nadie, solo quiero defenderme de todo de lo que me acusaron a
traición y no pude hacerlo en su momento. Como demostrare en próximas
publicaciones, siempre creí que era un gran engaño, pero lo que viene a
continuación es totalmente verídico puesto que son los comentarios originales
(sin nombre ni foto)
El plan era que me callara. Por lo visto, algún sector
empezaba a pensar que lo que decía no era tan descabellado y había que
demostrarles que, simple y llanamente, que yo hablaba mucho pero no hacía nada.
Mentira, hacia lo mismo que todos, huelgas y manifestaciones. Para demostrar a
unos cuantos que yo no quería “quemar trenes”, me organizaron una asamblea
“trampa” para conseguir sus propósitos. En la secuencia se puede observar que
la intención era, que dejáramos de pensar, demostrar que solo pensaba y no
actuaba, para asi seguir con su plan sin oposición alguna.
Y lo consiguieron, me rendí. No sin antes faltarme con
alguno de los asistentes a dicha asamblea. Posteriormente tuve que disculparme,
a la vez que aproveche tímidamente cualquier ocasión de explicar a quien
preguntaba por la famosa asamblea, lo que habían hecho. Claro, lo más probable
es que en ese momento solo parecía que todo era fruto de mi imaginación. Y con
eso me he quedado.
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